Las lágrimas brotan de tus ojos y la carrera avanza a una velocidad extrema. Lágrimas de sudor. Su casco traquetea contra la barra antivuelco y la competencia cambia a toda marcha. Las luces se desdibujan. La multitud pasa zumbando. Lo mismo que se filtra de las palmas de las manos al volante. Consigue un agarre. Está deslizándose en una curva a 200 millas por hora y la fuerza centrífuga solo lo llevará hasta cierto punto. Esta es una carrera de arcade impulsada por la velocidad y pedaleando.
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