Pero como todo lo demás en la ciudad, sus plantas necesitan sangre para sobrevivir. Así que Adam se ve obligado a encontrar un suministro regular en las calles oscuras de abajo. Tiempo que parece no tener principio ni fin. Adam Smithson hace todo lo posible por existir en su pequeño apartamento, solo, muy por encima de Century City. Su único compañero es un árbol bonsái, al que cuida diligentemente, quizás solo para pasar el tiempo. Un ascensor baja a Adam a la sombría pesadilla de la ciudad.
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