Y luego, el cosquilleo de cien nanocitos que filtran el oxígeno provoca una o dos toses de sorpresa. Debajo de la piel nueva, una nueva infusión de sangre late con la cadencia de los tambores tribales. Al principio, la respiración es algo natural. La cámara de estasis silba suavemente a tu alrededor. Los fluidos artificiales acumulados dentro de los oídos comienzan a retirarse a medida que el crioplasma se drena lentamente. Tus pensamientos caen en cascada y todo vuelve a tener sentido. Abres.
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